miércoles, 6 de marzo de 2013

Una cucharadita de fantasía todos los días...
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Nadie se cura de esta metamorfosis. Nadie sale indemne de semejante viaje. Por inhibida que sea,
cualquier lectura está presidida por el placer de leer; y, por su misma naturaleza -este goce de alquimista-, el placer de leer no teme a la imagen, ni siquiera a la televisiva, aun cuando se presente bajo forma de avalancha diaria.
Pero si el placer de leer se ha perdido (si, como se dice, a mi hijo, a mi hija, a la juventud, no les gusta leer), no está muy lejos.
Sólo se ha extraviado.
Es fácil de recuperar.
Claro que hay que saber por qué caminos buscarlo, y, para ello, enumerar unas cuantas verdades que no
guardan ninguna relación con los efectos de la modernidad sobre la juventud. Unas cuantas verdades
que sólo se refieren a nosotros... A nosotros, que afirmamos que «amamos la lectura», y que pretendemos hacer compartir este amor.
(Como una novela, Daniel Pennac)